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Prepararse para lo peor, por si acaso

Sarah Beth Riess, masajista del condado de Mendocino, practica ascensos con cuerdas en Livermore, California, el 16 de diciembre de 2023 (Marlena Sloss/The New York Times) (Marlena Sloss for The New York T/)

LIVERMORE, California— En el frío atardecer de un sábado reciente, nueve personas se arrastraban por las colinas de California. Sus rostros estaban pintados en tonos de verde, amarillo, marrón y negro, para que se mezclaran con su entorno. Mientras avanzaban colina arriba entre matorrales de árboles, intentaban no hacer ruido, como para no llamar la atención de algún enemigo invisible. Eran conscientes de cada respiración, de cada hoja seca que crujía bajo sus pies, de cada ramita rota.‌

Estas personas no pertenecían a una fuerza militar. Eran solo civiles —trabajadores de biotecnología, una masajista, un empresario— que habían decidido pasar un fin de semana preparándose para una guerra, un colapso social o alguna otra calamidad.

‌Una voz resonante rompió el silencio: “¡Camo! ¡Cinco, cuatro, tres, dos, uno!”

La persona que dio la orden era Jessie Krebs, una experta en áreas silvestres que ha entrenado a cientos de oficiales de la Fuerza Aérea de EEUU sobre cómo mantenerse con vida detrás de las líneas enemigas a través de un curso intensivo llamado Supervivencia, Evasión, Resistencia y Escape, o SERE.

“Recuerden”, exclamó Krebs, de 51 años. “Su misión es esconderse de mí. Deben poner objetos entre ustedes y yo. Si están al aire libre, no deberán parecer humanos. Tienen que evadir la detección del enemigo”.‌

Olivia Garrido, trabajadora independiente de reparación y liquidación de equipos de restaurantes, en Livermore, California, el 16 de diciembre de 2023 (Marlena Sloss/The New York Times) (Marlena Sloss for The New York T/)

Las nueve personas —que habían pagado cada una casi 800 dólares para participar en una clase de SERE de fin de semana diseñada para civiles por Krebs y sus colegas en la Escuela de Supervivencia de California— entraron en modo sigiloso. Algunas se escondieron detrás de rocas o árboles. Otros se agazaparon hasta el suelo. Transformaron sus cuerpos en formas curiosas.‌

Los programas educativos al aire libre, cursos de supervivencia y simulaciones militares han tenido una gran demanda a medida que se han ido intensificando las guerras en el extranjero y los posibles votantes en las elecciones presidenciales de 2024 le cuentan a los encuestadores y periodistas sus temores de una posible guerra civil o incluso de una Tercera Guerra Mundial.‌

En esa ansiedad se han fundamentado varios libros recientes, entre ellos “How Civil Wars Start” de Barbara F. Walter y “The Next Civil War” de Stephen Marche. También está presente en el reciente éxito de Netflix “Dejar el mundo atrás”, protagonizado por Julia Roberts, que termina con imágenes de Nueva York bajo ataque, y “Guerra Civil”, una película de A24 cuyo estreno está previsto para abril, días después de las primarias presidenciales de Pensilvania.‌

La Escuela de Supervivencia de California enseña habilidades en la áreas silvestres y técnicas de sigilo y evasión a unos miles de personas cada año. Dan Baird, propietario y fundador de la escuela, dijo que las raíces del entrenamiento SERE se remontan a la Primera Guerra Mundial. Los nueve que se habían reunido aquí, más o menos a una hora en auto desde San Francisco, se encontraban con el entrenamiento por primera vez.‌

Jessie Krebs, que ha enseñado al personal de la Fuerza Aérea de EEUU cómo mantenerse con vida tras las líneas enemigas, da una conferencia a un grupo de estudiantes, en Livermore, California, el 17 de diciembre de 2023 (Marlena Sloss/The New York Times) (Marlena Sloss for The New York T/)

No se les impartiría la parte “RE” de SERE, es decir, resistencia y escape. Eso implicaría la exposición a factores estresantes estimulados (mentales y físicos) que enfrentan los prisioneros de guerra.‌

Antes de adentrarse en el bosque, los miembros del grupo se pintaron las caras unos a otros para mezclarse con esta zona natural en particular. En un bosque de robles, Sarah Beth Riess, una masajista del condado de Mendocino, California, explicó sus razones para inscribirse mientras Baird le untaba la cara con arcilla cenicienta.‌

“La gente dice: ‘¿Por qué estás tomando esta clase de supervivencia?’”, dijo Riess, de 42 años. “Y mi pregunta para ellos es: ‘¿Por qué no lo harías?’”‌

“Tal como está el mundo hoy”, continuó, “me parece simplemente lógico. Estoy segura de que es solo cuestión de tiempo antes de que los conflictos estén frente a nuestras caras, y no solo en las noticias”.‌

Cerca de allí, dos hermanos de Aurora, Illinois, de voz suave, Caleb Berry, de 22 años, y Eli Berry, de 21, estaban sacando arcilla de conchas de abulón. “Los humanos son las criaturas más peligrosas de la Tierra”, dijo Eli. “Por eso es útil saber cómo evadirlos, si alguna vez es necesario”. Y añadió: “Las posibilidades de necesitar en realidad estas habilidades son muy bajas, obviamente, por lo que se trata de tener un conjunto amplio de habilidades”.

Tina Flowers intenta evitar ser detectada en los bosques de California, en Livermore, California, el 17 de diciembre de 2023 (Marlena Sloss/The New York Times) (Marlena Sloss for The New York T/)

‌Caleb, quien contó que estaba a punto de unirse al Cuerpo de Infantería de Marina, sentía lo mismo. “No espero que suceda nada”, dijo, “pero si algo sucede, es bueno tener las habilidades”.‌

Entre las otras personas del grupo se encontraba un matrimonio, Tina Flowers, de 39 años, y Parker Flowers, de 42, que trabajan en biotecnología en el área de la bahía de San Francisco. Dijeron que no estaban tomando la clase porque temían algún evento catastrófico.

‌“A veces hablamos de esas cosas”, dijo Tina Flowers mientras le pintaba la cara a su marido, “pero no fue la motivación para estar aquí. Pero nunca se sabe, ¿verdad?”.

Cayó la noche. Krebs le dijo al equipo que dispusiera los lugares para dormir de la manera más discreta posible. Instalaron una lona camuflada casi en silencio. A algunos les resultó fácil conciliar el sueño. A otros les costó. Caballos curiosos entraron al campamento, divirtiendo a algunos de los estudiantes y aterrorizando a otros (incluido este reportero).

‌Al amanecer, los participantes limpiaron la maleza para eliminar todo rastro de su presencia. Olivia Garrido, de 29 años, estaba atendiendo su zona entre dos ramas caídas. Garrido, trabajadora independiente de reparación y liquidación de equipos de restaurantes que vive en Utah, contó que había visto el valor del curso SERE.‌

Un caballo saluda a Daniel Robertson, participante en el curso de sigilo y evasión, en Livermore, California, el 17 de diciembre de 2023 (Marlena Sloss/The New York Times) (Marlena Sloss for The New York T/)

“Para mí, el tema de la evasión es interesante”, dijo. “Es una triste realidad, pero como mujer, estoy feliz de aprenderlo, porque hago muchas excursiones en solitario. En esos senderos, es bueno poder evadir y evitar a ciertas personas”.‌

Garrido agregó que esperaba usar sus nuevas habilidades en viajes a parques nacionales, sobre todo para disfrutar de la naturaleza sin perturbarla: “Me encanta el desierto y me gustaría tomar algunas de estas lecciones para que, cuando vaya allí, pueda amortiguar mi presencia y presenciar la vida silvestre de cerca”.‌

Con la luz de la media mañana, el grupo descendió al campamento base. Jorge Merlos, un cuidador de animales de 30 años en un santuario de lobos, utilizó la navegación con brújula de punto a punto mientras maniobraba a través de la naturaleza y se comunicaba con gestos de manos y ojos con su compañera de curso, Garrido.‌

“Cuando tenga una familia”, dijo Merlos, “quiero que confíen en mí como fuente de conocimiento y protección, especialmente si estamos en la naturaleza”. Cuando se le preguntó si su interés en SERE tenía algo que ver con el tenso estado de ánimo nacional, dijo: “Hay un dicho: ‘Es mejor ser un guerrero en un jardín que un jardinero en una guerra’”.‌

Jessie Krebs, experta en vida salvaje, comparte un momento de luz con sus pupilos, en Livermore, California, el 17 de diciembre de 2023 (Marlena Sloss/The New York Times) (MARLENA SLOSS/)

Hacia el final del día, el grupo repasó las habilidades generales de supervivencia: cómo mantenerse vivo y mentalmente sano estando solo en áreas silvestres. Luego empezó a llover y la zona montañosa se convirtió en un desastre empapado.‌

“La lluvia”, dijo Krebs. “De hecho, es bastante buena para la evasión”.

Al final del curso, los nueve alumnos posaron para fotografías grupales, se dieron la mano y se abrazaron. Mientras seguía lloviendo, subieron a sus coches y condujeron por un campo de avena, de vuelta a sus vidas cotidianas.

© The New York Times 2024

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