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La lucha psicológica de Nadal al intentar volver al máximo nivel: “Le puede generar pérdida, ansiedad e incluso depresión”

Nadal se lamenta en un partido en Indian Wells (Jayne Kamin-Oncea-USA TODAY Sports/File Photo)
Nadal se lamenta en un partido en Indian Wells (Jayne Kamin-Oncea-USA TODAY Sports/File Photo) (Jayne Kamin-Oncea/)

En el último año, Rafa Nadal apenas ha podido jugar siete partidos oficiales de tenis. Ocho si tenemos en cuenta la reciente exhibición contra Carlos Alcaraz en Las Vegas, que dio pie a pensar que estaría en Indian Wells. Nada más lejos de la realidad. A los 37 años y tras la lesión más comprometida de su trayectoria deportiva (una entre las incontables que le han afectado), el que posiblemente sea el mejor deportista español de siempre parece más frágil que nunca. Tras verse obligado a renunciar al Masters 1000 californiano (”No puedo mentirme a mí mismo y mentirles a los miles de fans”), una pregunta cada vez más habitual reaparece en el primer plano: ¿está llevando demasiado lejos su intento, parece que definitivo, de competir raqueta en mano?

No es tanto el físico lo que preocupa, que también, sino el aspecto mental. Son muchas las batallas perdidas de Nadal con su cuerpo últimamente, que dan pie a pensar si no serán demasiado duras de asimilar, aun con un historial de recuperación como el de Rafa, para cabeza y corazón. Incluso los expertos no las tienen todas consigo, poniendo sobre la mesa el concepto de “la aceptación de la realidad”. Una que, a tenor de los hechos, ya no es tan positiva, para él, como antaño.

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“Igual su máximo nivel ahora mismo no es el máximo nivel que ha tenido en otras ocasiones. Y aquí entran en juego un poco las expectativas, tanto internas como externas. Lo que espera él de su identidad deportiva. También lo que esperaba todo el mundo. Todo lo que genera. Yo pienso que la situación de querer competir y no poder hacerlo como a uno le gusta es frustrante y desafiante para cualquier deportista, incluido Rafa Nadal”, opina la psicóloga deportiva Lorena Cos, en conversación con Infobae España.

Nadal se despide tras un partido en Brisbane (AP Foto/Tertius Pickard, Archivo)
Nadal se despide tras un partido en Brisbane (AP Foto/Tertius Pickard, Archivo) (Tertius Pickard/)

Dar el paso de aceptar que ha llegado el momento de aparcar el deporte profesional “es un proceso emocionalmente complejo”. En cualquier circunstancia. “Se necesita preparación, y no por ser el número uno, y Rafa Nadal, quiere decir que lo tenga todo resuelto y que tenga todos los recursos si no se pone a ello”, apunta Cos. La pasión por seguir está ahí. Al igual que otras sensaciones menos agradables: “El miedo y el desafío de cualquier deportista que se encuentra en esta situación por perder un poco esa identidad deportiva que ha estado ligada a su carrera y a su desarrollo como persona”.

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Cuando a uno le motiva a este nivel y le apasiona lo que hace, le cuesta mucho ver los puntos feos o las dificultades. Es como que se niegan a aceptar esa realidad”, valora la profesional aragonesa. Continuar cuando otros ya habrían decidido tirar la toalla hace tiempo es algo que suele sorprender en lo que respecta a Nadal. El porqué puede radicar en “esa responsabilidad con el medio, con lo que le ha acompañado hasta el momento y también consigo mismo, de no poder dar su mejor versión. Aun sabiendo que su mejor versión igual está lejos de aparecer por las circunstancias”.

Así pues, no queda más remedio que conceder que “el Rafa Nadal de hoy es una versión actualizada, ni mejor ni peor, al momento en el que vive, con la historia que le ha acompañado en los últimos meses y tiempo”. “Es posible que la versión de hoy no sea la que tenemos como objetivo de alcanzar”, añade Cos. El propio jugador intenta mentalizarse de ello, como expuso en su última nota de renuncia: “No me encuentro listo para jugar al más alto nivel en un evento tan importante”.

El conflicto psicológico al que se enfrenta Nadal

En el punto en el que se encuentra el balear, que ha pasado de estar en la cúspide tenística a ocupar el puesto 652 del ranking mundial, es lícito, además, que surja un cierto vértigo con el día después. “Una academia no es jugar y competir y exponerse a desafíos constantes para alcanzar metas, para superarse. Entonces, por mucho que el entorno le sea favorable, el miedo al futuro está ahí. Eso no se lo quita nadie”, se ve claro desde el punto de vista de la psicología deportiva.

Hay una serie de complicaciones derivadas de esa inquietud ante lo que esté por venir. “La pérdida de ese estatus, de no ser noticia, de todo lo que conlleva la identidad deportiva y la competitividad y el deseo de éxito. Mucho tiempo ha sido ejemplo para muchas personas. Todas las familias hemos comido hablando de Rafa Nadal en algún momento de nuestras vidas. Al final, ha sido como motor también a nivel nacional, por lo que ha generado. No sólo en el tenis, sino para muchos otros deportistas que le siguen teniendo y le tendrán como ejemplo”. Esa condición de referente no estará tan en el candelero antes o después, y debe aprender a convivir con ello.

“Yo creo que ya está en una fase de duelo psicológico asociado a la retirada. Aceptar que pierdes habilidades, que no son como las de antes. Pero claro, si yo aun así me aferro a que quiero continuar, competir y salir con las mismas habilidades que tenía hace diez o cinco años… Claro, ahí es donde está el conflicto psicológico, y aquí también es superimportante el entorno. Pero aunque mucha gente le esté recomendando, diciendo, ayudando o asesorando, que uno se enfrente con las sensaciones y la realidad y tome una decisión como la que tomó ayer, es necesario para pasar a esa fase de aceptación”, explica Cos. Para ella, Nadal “está posponiendo” lo inevitable.

Nadal en Brisbane (AAP Image/Zain Mohammed)
Nadal en Brisbane (AAP Image/Zain Mohammed) (AAPIMAGE / DPA/)

“Cuando alguien no se siente con la capacidad, a día de hoy, de hacer lo que él considera que tiene que hacer, vas posponiendo mentalmente para darte espacio e intentar que en ese tiempo también haya alguna respuesta física que te haga pensar que todo esto es cuestión de darse otra oportunidad. El momento ideal para hacer nada no existe para nadie”, ahonda. “Igual ahora habría que haber bajado esas expectativas. Igual, en vez de pensar que iba a dar su 100%, haberse marcado un objetivo de volver a un 70 ya es algo. Pero ahí es donde está la lucha que tiene. No se permite exponerse en una competición de este nivel a un nivel que no considera que es óptimo”.

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Por tanto, “la pasión y las ganas que tiene le pueden estar alejando de esa visión objetiva que en estos casos, cuando a uno le toca en primera persona, es difícil de tener”. En este sentido, hay que andar con pies de plomo para que el dilema no sea crítico. “Si no se hace una buena gestión y no se pone el foco en lo que realmente depende del deportista en estos momentos, puede ser contraproducente. En el sentido de que le puede generar sensaciones de pérdida, ansiedad e incluso depresión”, advierte Cos.

Decir adiós, por mucho que parezca la salida más fácil, cuesta. “La retirada se empieza a vivir antes de decir que te retiras, porque no empieza en el momento en el que lo verbalizas. Comienza cuando empiezas a valorar tus pérdidas de habilidades o de sensaciones, las señales de tu cuerpo, la confusión mental que te genera el no poder estar como te gustaría…”. Incluso el Slam de Netflix, en el que Nadal aparentemente estaba bien, ha podido echar más leña al fuego: “Nos hemos encontrado con deportistas que están preparados, que no tienen lesión aparente, y a los que esa exposición de sentir, de pensar que no pueden estar al mismo nivel, es la que acaba presionándoles o haciéndoles prisioneros”.

Nadal, en una presentación reciente (EFE/ Mariscal)
Nadal, en una presentación reciente (EFE/ Mariscal) (MARISCAL/)

La gira de tierra batida, la superficie que convirtió a Rafa Nadal en el segundo hombre con más Grand Slam de la historia (22), servirá para incrementar o aliviar (un tanto) el debate. Sólo queda disfrutar de él mientras se pueda. Una ventana de oportunidad que, como no para de demostrar el presente más inmediato, se está agotando.

Fuente: InfoBae

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